Friday, October 2, 2015

Arguedas entre dos mundos


"ARGUEDAS ENTRE DOS MUNDOS"

Existe una dependencia policial en el centro de nuestra caótica ciudad que alguna vez fue un centro penitenciario. Se llamaba “El Sexto” y siempre llamó mi atención por los hechos de violencia que se suscitaron en la década de los ochenta. En dicho lugar ocurrió un motín de reclusos, quienes ejecutaron a varios rehenes frente a las cámaras de televisión que transmitían en vivo y en directo el desarrollo de la noticia, teniendo como mudo testigo de este execrable hecho a todo un país.

Al contar con escasa información sobre ese acto de violencia, es cuando me entero de la existencia de un libro llamado igualmente “El Sexto”, cuyo autor, José María Arguedas, había purgado una condena de ocho meses en dicha prisión. Esto despertó mi curiosidad natural y empecé a indagar un poco más sobre la vida de este personaje y las razones de su encierro.

De acuerdo con su biografía, la infancia de Arguedas fue, por decir lo menos, tormentosa: perdió a su madre cuando él era muy niño, no teniendo ningún recuerdo de ella en su memoria. Asimismo, no tuvo una fuerte presencia paterna debido a la profesión itinerante de su padre, quien se ausentaba por largas temporadas del hogar. Más adelante, sintió el desprecio de su madrastra, quien le hacía vivir con los indios peones de la hacienda y además presenció en carne propia los vejámenes de su hermanastro, quien le sirvió de inspiración para los personajes antagonistas de sus obras. Ya en su etapa pre-adolescente es cuando logra reunirse con su padre, a quien acompaña en sus continuos viajes llegando a conocer diversos pueblos del Perú profundo.

Todo esto hace que Arguedas, a pesar de pertenecer a una familia de hacendados, se sienta más cómodo e identificado con los indios campesinos, con quienes congenia y simpatiza. Quizás fue empujado a esa situación por su madrastra o quizás la actitud represiva de su hermanastro hacía los indios haya despertado en él un sentimiento de rechazo hacía los gamonales. Si nos ponemos en sus zapatos, el Arguedas niño se encontraba en medio de dos bandos, de dos culturas, de dos mundos, no teniendo quizás muy claro a cuál de ellas pertenecía verdaderamente, sintiéndose rechazado por una y, a la vez, racialmente distinta de la otra.

Sea cual sea el caso, todas esas experiencias de su niñez y juventud marcaron fuertemente su vida adulta, lo cual queda reflejado en la mayoría de sus obras, que son de una temática indígena, en donde nos presenta la vida y costumbres de los pueblos andinos, además de las injusticias que sufrían. Asimismo, no olvidemos que Arguedas era un simpatizante comunista, a pesar de no tener oficialmente ninguna militancia política.

Al ser simpatizante comunista, y por ende anti-fascista, participa en una protesta estudiantil contra un enviado militar de la Italia de Mussolini, quien en esa época apoyaba al bloque fascista del General Franco contra la Segunda República Española, que contaba con el apoyo de Arguedas. Es debido a este incidente que pasó varios meses en el centro penitenciario “El Sexto”, estancia que le sirvió de inspiración para escribir una de sus obras que lleva el mismo nombre y en donde relata la vida carcelaria que vivió.

Luego de esta terrible experiencia, Arguedas continúa con su carrera literaria, obteniendo varios logros por sus novelas y cuentos, siendo premiado tanto dentro del país como en el exterior. Sin embargo, no todo es felicidad en su vida, ya que empieza a experimentar una fuerte depresión que arrastraría hasta el fin de sus días, en donde no pudo soportarlo más, tomando la trágica decisión de acabar con su vida, lográndolo en el segundo intento.

Arguedas se pegó un tiro en uno de los baños de la universidad donde enseñaba. Ya anteriormente había intentado suicidarse tomando una sobredosis de barbitúricos pero sin éxito. Es de esta manera que acaba con su vida, justo en la cúspide de su carrera literaria y con una novela a medio terminar, la cual fue publicada póstumamente. La manera como terminó su vida opaca la gran trayectoria de este escritor, quizás su depresión llegó a un punto de no retorno. Dicen que un suicidio puede verse como un gran acto de cobardía pero paradójicamente, se requiere de un gran valor y coraje para realizarlo, todo depende del cristal con que uno mire las cosas.

Todo lo que nos queda de Arguedas es su gran legado literario, su importante contribución para el reconocimiento y revalorización de las costumbres de los lejanos pueblos de la serranía de nuestro país, reflejado en sus novelas y cuentos. Arguedas pues, nos ayudó a conocer más sobre una parte de nosotros mismos que muchas veces no queremos o podemos mirar, ya sea por diferencias culturales o porque sentimos que se encuentran demasiado lejano de nosotros. Arguedas de algún modo acortó esa brecha entre la Lima centralista y esas poblaciones arraigadas en las raíces profundas del Perú.

En sus obras se ve reflejado lo estipulado anteriormente: en “Los Ríos Profundos”, “Yawar Fiesta” o “Todas las Sangres”, por mencionar algunos. En lo personal la temática indígena o costumbrista no me atrae como tema de lectura, es por eso que me llama mucho más la atención “El Sexto”. Sin embargo, luego de conocer más sobre su vida, su infancia al lado del campesinado y la posición social que adoptó al respecto, hace que incremente mi curiosidad por leer alguna de sus obras. Si bien su trabajo más aplaudido es “Los Ríos Profundos”, estoy más tentado a leer “Todas las Sangres”, la cual fue duramente criticada por sus colegas, quienes adujeron que la representación que se hacía de la sociedad peruana era “profundamente falsa e inconvincente”. Se dice que esta fue una de las tantas razones para que Arguedas decida tomar su fatal decisión.

Sin duda alguna estaré presto a dar lectura a “El Sexto” y más adelante a “Todas las Sangres”, para satisfacer mi curiosidad personal y quién sabe, quizás la pluma de Arguedas despierte mi adormitado interés por la temática andina, me abra los ojos y destierre los estereotipos tan negativos que tenemos sobre la vida y costumbres en el campo, y que tenemos incrustado en el ADN los que nacimos y crecimos en la ciudad. Definitivamente, las obras de Arguedas están en mi lista de cosas para hacer.

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